sábado, 21 de junio de 2014

Volver

…volver a empezar. A vivir como si la vida fuera “normal”. Responder con una sonrisa cuando la vecina te pregunta: ¿y vosotros? ¿No queréis hijos? Y seguir andando con la mirada al frente y el corazón encogido.
 
Volver a correr. Y sentir como en cada zancada se cae un peso, como las piernas se vuelven ligeras, como los pulmones se llenan de aire. Recuperar el cuerpo que durante semanas no fue mío. Notar como la sangre bombea. Y saltar. Y ahuyentar las sombras en cada salto.
 
Volver a luchar sin querer luchar. Por pura supervivencia. Y meter en un cajón la carpeta en la que guardamos resultados, recetas y ecografías. Y de repente olvidar. Olvidarlo todo. Hasta que llega la noche. Y entonces volver…
 
…volver a la angustia y el miedo. A las preguntas sin respuesta. Al abismo de lo desconocido. A la impotencia de convertir lo natural en milagro. A la negación y las lágrimas.
 
Es todo tan absurdo.
 
Cuando era pequeña no jugaba con muñecas.
 
En la adolescencia juraba y perjuraba que nunca tendría hijos, que lo que yo quería era viajar.
 
Con las primeras parejas no encontré nunca el compañero que buscaba.
 
Pero llegó Él.
Con su sonrisa y sus manos. Su inocencia y su madurez. Su alegría y sus mañanas de mal humor. Y como quién no quiere, lo empezamos a querer. Como algo lógico. Un hijo, una familia. Y ese deseo, seguramente, nos salvó…
 
Nos lo dice Doc al día siguiente de la beta negativa. “Eres muy joven pero tienes suerte (sic) de haber empezado pronto la búsqueda. Aunque estás bien, podrías estar mejor. Y dentro de unos años no sabemos lo que nos habríamos encontrado”.
Y le miro. A Él. Y por primera vez los 10 años que nos separan son una buena noticia. Nuestra búsqueda empezó cuando Él cumplió los 38. Por aquello de ser “un padre joven”. Yo, seguramente, habría esperado… 
 
Ahora vuelven las palabras de Doc, como el estribillo pegadizo de una canción. La suerte, que rara es… que relativa.
 
 
Pd.- Doc nos recomienda volver a empezar después del verano. Histeroscopia y FIV. Su conclusión: seguir intentándolo hasta conseguirlo. O hasta que el corazón aguante.
 

martes, 10 de junio de 2014

La historia que se repite

Una vez más, no ha sido necesaria ninguna beta. Y aún así, hoy ha tocado pinchazo, espera y decepción. Puntual como un reloj - a pesar de las hormonas y los tratamientos - 10 días después de la transferencia Ella hizo acto de presencia. Anoche. Ya me entendéis… 
 
Hoy no hay poesía.
 
Ni me sirven las metáforas.
 
No quiero juegos de palabras.
 
Es todo tan difícil. Tan cuesta arriba.
 
Mañana tenemos cita con Doc para que nos diga que seguimos siendo “un misterio”. Quizás nos aconseje alguna prueba más. De esas que casi nadie se hace y que, por supuesto, el seguro no cubrirá. Y todo volverá a empezar. Y yo siento que me pierdo…
 
Esta mañana hablábamos Él y Yo. De nuestra inocencia perdida. De como el querer, casi sin quererlo, ser padres se ha convertido en una lucha agotadora. ¿Hasta cuando? 
 
“No quiero entrar en un bucle sin fin de tratamientos”. Se lo cuento a la doctora de guardia, la misma que me hizo la transferencia. Me mira con dulzura. Se lo cuento a ella porque necesito decirlo en voz alta. “Siento que me doy cabezazos contra un muro”. Intento alargar el momento y quedarme unos minutos más en su despacho. En el pasillo me esperan mis padres que, sí o sí, han querido acompañarme. Ahora me parece una pésima idea. Me gustaría salir de la Clínica, meterme en mi coche y conducir. No tener que decirles que “no”. No ver sus caras de decepción. Y sus intentos de consuelo…
 
 
 
Pd.- Mañana será otro día. De momento me quedo sentada en esta estación, viendo pasar el tren… 

viernes, 6 de junio de 2014

Historias de betaesperante

“Eres un trasto”. Son palabras de Doc. Nos vimos el miércoles porque quería comprobar mis niveles hormonales después de la transferencia. Dice que no quiere dejar “ni un cabo suelto”. Y yo se lo agradezco…
Pero a lo qui íbamos. Soy un “trasto” según Doc. Un desastre. Un cuadro. Una caja de sorpresas. El martes de madrugada empecé a encontrarme mal: gastroenteritis. Fuimos a urgencias y ante la posibilidad de un embarazo me dejaron ingresada 8 horas, con sueros para rehidratarme. Al día siguiente era mi cita con Doc y al verme entrar, hecha un fantasma, con ojeras hasta los pies y algún quilo menos, se asustó. “Eres un trasto”, me repetía, “¡¿a quién se le ocurre?!”. Y al final, terminó riéndose (para no llorar, creo yo).
Eso sí, las hormonas están perfectas y me juró y perjuró que mi capítulo gastrointestinal no afectará “para nada” al resultado del tratamiento.
 
 
Pd.- El martes que viene es el día D (o B, de beta). Y ni Doc ni Él me acompañaran. El primero no trabaja ese día y el segundo no ha podido cogerse ni una hora libre. Así que me enfrentaré sola al veredicto. Deseadme suerte. Creo que la necesito…

lunes, 2 de junio de 2014

Te espero

Te quiero, no me gusta esperar
pero igual te espero…
(Andrés Calamaro)
 
El sábado empezó la espera. Al final, de los 6 embriones, nos pusieron dos. Uno tipo B y otro tipo C “pero con muy buena pinta”. El resto se han quedado en cultivo para ver si llegan a blastocisto y se pueden “congelar”. Y yo no sé que pensar…

En las últimas transferencias salí sin aliento, con el estómago encogido y directa al sofá, muerta de miedo. Me daba pánico moverme, estornudar (algo casi imposible en una alérgica como yo), ir al baño o simplemente, respirar. Me sentía culpable por todo. Y al llegar los negativos, esa culpabilidad se multiplicó por mil.

Cuando conocí a Doc se lo conté, me entendió, pero no le gustó. Según él, “los resultados serán los que sean, la diferencia estará en como lo vivas y lo que te afecte. Tienes que estar fuerte para aceptar, tanto un sí como un no”. Y en eso estoy.

En Clínica 2 tienen un protocolo diferente al de Clínica 1. Después de la transferencia, en la que Él pudo estar presente (nos reímos un montón), me tuvieron 15 minutos tumbada. Luego, a casa, con una sola indicación: “sigue tomando ácido fólico”. “Peeero… y el reposo?”. “Lo normal, lo lógico. No te quedes en la cama. Ni tampoco te pongas a fregar o a levantar pesas. Tranquila pero activa. Si estuviera demostrado que el reposo sirve para algo, os tendríamos ingresadas los 15 días siguientes!”. Y lo dijo con una sonrisa tan encantadora, tan dulce, y sobretodo, tan segura, que decidí creer en ella. Y de repente, respiré. Otra vez. Se me deshizo el nudo de la garganta. Volví a ser yo. Se fueron los fantasmas y la culpa. Y decidí esperar. Y disfrutarlo.

Ahora me siento rara. Han pasado tres días y hay momentos en que se me olvida lo vivido. Como si mi vida fuera normal. Como si en una semana no fueran a darme, quizás, la noticia más importante…
 
 
 
Pd.- Creo que el hecho de que mis embriones sean “B” y “C” me hace ser mucho más realista. Me gustaría ser un mar de optimismo, pero no. Hasta me sorprende mi frialdad. Él, en cambio, está en una nube. Y aunque ante Doc lo niegue, yo sigo con mi poquito de miedo en el cuerpo. Miedo al fracaso, y sobretodo, a la desilusión y la tristeza de aquellos que me rodean. Como si no tuviera suficiente preocupándome por mi! No tengo remedio…