En el tratamiento que me hice el
pasado mes de mayo, tuve una gastroenteritis durante la betaespera.
Después de la punción del mes de
octubre, faringitis.
Y esta Navidad, tras el negativo, perdí la voz. Empezó como un resfriado común y poco a poco fui quedándome
afónica. Y así sigo, 3 semanas después.
Mi familia dice que vaya al médico.
Y a mi me da una pereza enorme. Sé lo que me pasa: hablo demasiado, en el
trabajo no paro, ni con los amigos… y mi garganta ha dicho basta.
Buscando por Internet (Doctor
Google!) he leído que la afonía puede tener una explicación emocional después de
un período prolongado de estrés. No soy mucho de creer en la somatización pero
la verdad es que mi cuerpo se empeña en que le escuche.
3 tratamientos, 3 enfermedades, no
dicen mucho de mi.
Igual mis defensas me están
pidiendo unas vacaciones. Habrá llegado ya el momento de parar?
Mi chico me repite el mantra
impuesto por Doc: “Eres muy joven”. Y yo me quedo en silencio, agradeciendo que
mis cuerdas vocales estén en huelga para que no se me escape un “ya no puedo más”.
Objetivamente, debo ser muy quejica.
3 Fivs no son “para tanto”. “Sólo” llevamos dos años y medio. 31 años “no son
nada”. Y recuerdo lo que le dije a Doc la última vez que hablamos: “lo único
que quiero es que esto se acabe. Estoy harta de ser
la-que-no-se-queda-embarazada. Soy mucho más que eso pero no puedo pensar en
nada más. Que se acabe YA. Vamos a ovodonación”. Y Doc me dice que no. Que aún
no. “Yo soy el medico y no voy a hacerte una ovo solo porque estés cansada. Si
quieres, tómate un respiro. Y ya hablaremos”.
Y en eso estoy. Respirando. En
silencio.
Hace media hora, en un arranque de
optimismo, he llamado a la Clínica para pedir hora. El viernes tengo cita con
Doc. Igual tiene un plan o cree que hay que seguir intentándolo. Confío en él más
que en mi misma, así que le escucharé y le haré caso. Me dejaré llevar.
Mientras, mi chico me obliga a
volver a hacer deporte. A comer fruta. A recuperar las vitaminas y el ácido fólico
del fondo del cajón. Él cree que lo conseguiremos. Hasta sueña con la idea de
tener mellizos!
Y si Él está tan convencido… porqué
no voy ha estarlo yo?
Seguimos viajando hacia nuestra última estación...