El viernes pasado todo volvió a
empezar. Otra vez. Doc nos recibió en su consulta con el gesto más serio que en
la primera visita. Será que nosotros ya no estamos tan risueños y afrontamos
nuestro tercer tratamiento FIV con más resignación que ilusión. Si, ya sé que
esa no es la actitud… espero que con los pinchazos, a parte de las hormonas, se
me venga un poco arriba el ánimo. Sino, es muy probable que nos plantemos aquí.
Lo que más me sigue angustiando
es el “no saber”. Me siento absurda pasando por un tratamiento tras otro sin
saber porqué. Ni una pista. Se lo volví a preguntar a Doc: “¿Por qué no me
quedo embarazada?”. Y la respuesta fue la misma de siempre: “No lo sabemos”. ¿Es
o no es absurdo? Siento que el enfado invade todas las células de mi cuerpo
después de un verano genial. Me he dado cuenta de que soy capaz de no pensar en
ello hasta que todo vuelve a empezar. Y quizás (sólo quizás) me esté preparando
para dejar el final de mi historia en suspenso… como un aliento retenido en los
pulmones.
De momento, pero, seguimos
adelante… el jueves toca histeroscopia. La última prueba que nos queda por
hacer. La verdad es que me da un poco de miedo, para que negarlo. Doc dice que
a parte de descartar cualquier problema en el útero, sirve también para
favorecer la implantación (el único paso que nuestros embriones aún no han
alcanzado). Otro cambio respecto a los tratamientos anteriores es que esta vez
no habrá pastillas anticonceptivas de aperitivo. Según Doc, no las necesito. Así
que en el siguiente ciclo, cuando Ella haga su aparición estelar (calculamos la
primera semana de octubre), iniciaremos la estimulación. En un mes, según mis
cuentas, rondaré mi tercera transferencia.
Pd.- Siento haber estado tan
ausente… os sigo leyendo, pensando en vosotras, deseando para todas un final
feliz, con fuegos artificiales y mucho confeti. Gracias por estar ahí.