Tumbada en el sofá, me toco la
tripa en un gesto reflejo y siento “algo” en la palma de mi mano. Como un
aleteo, una leve cosquilla… doy un salto: “Ai madre mía, que le he notado!!” Mi
perro y Él me miran con cara de asombro: “No es un poco pronto?” Y hago
cuentas: “Estoy de 13 semanas y 3 días. Igual sí, igual ha sido mi imaginación”.
Pero en el fondo sé que no, que tengo razón, y sonrío…
La ecografía de las 12 semanas y
las pruebas del triple screening salieron perfectas. Voy cruzando puentes,
superando barreras, dejando atrás los miedos…
Aún así, veces me siento culpable
por no “sentirme” embarazada. A veces me bloqueo y no quiero hacer planes, ni
hablar con nadie de habitaciones, cochecitos o posibles nombres. Es como si no
tuviera derecho, como si una nube sobrevolara mi cabeza dispuesta a descargar
una gran tormenta.
Reconozco que la pesadilla va
quedando atrás, pero como dijo Doc la última vez que nos vimos, no estoy “curada”.
A veces bromeo con la posibilidad
de que me pase algo malo solo para hacerme la valiente. Y dejo a mi chico, mi
familia y mis amigos sin aliento.
A veces, cada vez más, soy feliz.
De pronto me siento ligera. Y solo a veces, me pongo la mano en la tripa, casi
en un gesto reflejo, respiro hondo y sé que estás ahí. Tan pequeño, tan
valiente… Y te hablo a escondidas para que nadie descubra lo mucho que te
quiero, para que no vean como se me eriza la piel al pensar en ti. Que el mundo
no sepa lo frágil que soy. Que la mala suerte pase de largo y se olvide de
nosotros… porque tienes que ser tu, ya eres tu, y ya lo eres todo.