martes, 30 de diciembre de 2014

Preguntas, lágrimas y... feliz Navidad!


Doc me llamó la misma tarde de mi último negativo. El 23 de diciembre. Está preocupado porque el gine que me dio los resultados le ha dicho que “lloré e hice muchas preguntas”. Y tiene razón. Lo suelo hacer cuando me dicen que la beta es 0. Necesito un momento para asimilarlo y la mejor manera es haciendo preguntas. Muchas veces ni escucho las respuestas, estoy en blanco, pero esa lista de explicaciones que ya me sé de memoria me da una tregua antes de salir a la calle. Sé que cuando nos subamos al coche el mundo se nos caerá encima. Lo sé. Por eso pregunto una y mil veces las mismas cosas. Los mismos porqués. Para poder respirar ni que sean 10 minutos antes de enfrentarme a la realidad.
 
Esta vez creíamos que era la buena. No soy de hacerme ilusiones ni de imaginarme embarazada o jugando con mis hijos. Quizás ese sea el problema. Pero esta vez íbamos convencidos. Habíamos planeado decírselo a la familia en Nochebuena. Ilusos. Aún así, aguanté el tipo más allá de los dos lagrimones de rigor en la consulta. Fuimos a comer y por la tarde tenia reunión de trabajo. Todo parecía en orden, como la calma que precede la tormenta. Hasta que uno de los compañeros de trabajo me contestó mal. No lo hizo con mala intención. Ni siquiera era algo personal, más bien se dirigió a mí con vehemencia. Y yo, que suelo ser un témpano de hielo, me desbordé. Di un golpe sobre la mesa y se hizo el silencio. A partir de ese momento sentí un nudo en la garganta cada vez más grueso y apretado. Como una bola de nervios y tristeza. Y al llegar a casa, lloré. Lloré mucho, sin poder controlarlo.
 
Ahora estoy mejor, hablar con Doc me tranquiliza.
 
Dice que vaya a verle después de reyes. Que hablaremos mucho y tranquilamente. Que no me haga más preguntas de las necesarias, que para él “este ciclo no cuenta, ovulaste antes y en vuestro caso, probarlo con un solo embrión es como intentarlo de manera natural un mes cualquiera”.  Lo dice para quitarme de encima el peso de un pensamiento recurrente: “31 años, 3 FIVs negativas. Infertilidad de origen desconocido”.
 
Según Doc, “tenemos muchas opciones antes de tirar la toalla. Lo conseguiremos”.
 
Y aunque parezca mentira, aún me lo creo. Será que la Navidad consigue hacer magia conmigo. Lejos de deprimirme, me dejo envolver por el ambiente… y hasta cuando mi prima anunció en Nochebuena que estaba embarazada otra vez, me alegré! Si. Justo el mismo día que nosotros queríamos contarle al mundo que lo habíamos conseguido. Me alegré. Y mi chico también. Será que somos muy, muy, muy fuertes y aún no lo sabemos?
 
 
Pd.- Muchas gracias por estar ahí. Sois de las cosas buenas que me han pasada este año. Y en ello pensaré cuando suenen las doce campanadas y pida mi deseo. Todas merecemos un final feliz! Que el 2015 nos traiga aquello que deseamos y nos de fuerzas y paciencia por si hay que seguir esperando...
Un beso enorme a todas. Y mil gracias otra vez...
 
 
 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

jueves, 18 de diciembre de 2014

Vida normal


Vida normal. Son palabras del gine que me hizo la transferencia el sábado pasado. Me dice que nada de reposo, que no me apunte a un triathlon pero que tampoco me quede en la cama.
 
Vida normal. Y yo me pregunto: seré capaz? Es posible hacer vida normal mientras escuchas cada señal de tu cuerpo? A los tres días de la transfe empiezan los pinchazos en útero y ovarios. Mi cabeza dice que son por la progesterona. Mi corazón desea que sean por la implantación. Me miro al espejo y me digo: “te has vuelto loca?? Es tu tercera FIV y aún estamos con esas? No sabes que es imposible que haya síntomas en tan pocos días?” Pero mi corazón ha vuelto a empezar… y aquí estoy. Buscando en Google síntomas embarazo transferencia congelado. Como si de una principiante se tratara…
 
Vida normal. Recorro media ciudad con el ordenador a cuestas. Intento no sentirme culpable por caminar tanto. He dejado los tacones en casa. Nunca me han gustado pero a veces en el trabajo los llevo. Esta semana no. Necesito sentir que pongo de mi parte… y aún así, me siento culpable: ayer me estresé. Fue un día de locos. Y llego a casa convencida de otro negativo. “Es imposible que se quede conmigo”. Y mi chico me regala tres rosas rojas. Las esconde en el armario, en mi baño y bajo mi almohada. Lloro. Y mi cabeza me dice: “Estás premenstrual”. Y mi corazón replica: “Son las hormonas del embarazo!”
 
Vida normal. Es posible? Lo intento, de verdad. Pero me tumbo en el sofá a ver la tele e inconscientemente me achucho el pecho. “Hoy ha empezado a dolerme, como siempre. Igual no tanto.” Y le digo a Él: “tu crees que me han crecido?”. Y entonces me doy cuenta de que es una pregunta absurda y nos partimos de la risa.
 
Vida normal. Creo que ya no recuerdo lo que es. Mi vida dejó de ser “normal” hace dos años, cuando empecé este camino.
 
No soy la misma.
 
Y la normalidad es tan relativa… no creéis?

sábado, 13 de diciembre de 2014

10 días!

 

Hoy ha empezado mi cuarta betaespera.
 
Con mucha tranquilidad. Una paz insólita. Reconfortante.
 
Con aplausos en el quirófano al ver a nuestro superviviente en la pantalla del ecógrafo, como una gota de luz, dentro de mi. Enfermera, bióloga, gine… todos han soltado un “oh!” al verlo brillar. Solo por eso, les doy las gracias. Pase lo que pase.
 
Con lágrimas. Por primera vez, lágrimas de emoción cuando el gine ha cruzado los dedos y mirándome a los ojos me ha deseado “suerte, mucha suerte. De verdad”. Lágrimas cayendo mientras Él me coge de la mano y nos quedamos solos, a media luz.
 
Con una sonrisa, cuando la bióloga nos cuenta que nuestro embrión es “precioso” y que por orden de Doc le han hecho un “assisted hatching” o en otras palabras, “un pequeño agujero en la capa exterior para que se agarre bien fuerte al endometrio”. Vamos a por todas…
 
Con gratitud infinita, porque la Clínica ha decidido no cobrarnos ni este procedimiento ni este ciclo.
 
Y con ilusión
 
Porque justo antes de salir veo un montón de paquetes en recepción. Reconozco una caja de vino, otra de cava y un par de regalos, envueltos en papel de Navidad. Todos llevan tarjeta y alcanzo a leer una: “Muchas gracias por cumplir nuestro sueño”. Y pienso que el año que viene unas de esas cartas llevará nuestro nombre.
 
 
 
Pd.- Esta vez la betaespera será más corta de lo normal. Doc ha decidido que con 10 días és suficiente. El 23 de diciembre sabremos si nos ha tocado la lotería de Navidad…

martes, 9 de diciembre de 2014

Keep Calm and Liebster Award

Hoy solo tengo buenas noticias: mi nubarrón negro se ha convertido en una nubecilla blanca! Vuelvo a leer lo que escribí ayer y casi me da vergüenza. Es una de las consecuencias de llevar tres FIVs a las espaldas y un montón de hormonas en el cuerpo: Que a veces siento que no soy yo y que vivo subida en una montaña rusa. Ayer por la noche me pinché el Ovitrelle y esta mañana todo me ha parecido más fácil. Ahora solo queda esperar a que llegue el sábado y que nuestro embrión siga siendo lo que ya es: un superviviente, un luchador. Además, sigo teniendo síntomas pre-ovulación así que se confirma que mi gine-joven-y-agradable estaba en lo cierto y que yo soy una “bocachanclas” sin perdón… ejem.
 
Y la segunda buena noticia me llega de Inés Inesita, una de las blogueras más majas del universo, y que ha decidido darme un premio. A mi!! Que ilusión!! El Liebster Award consiste en agradecer la nominación (gracias, gracias, gracias!!), visitar los otros blogs ganadores y responder unas preguntas. Así que allá voy!
 
 
 
1. ¿Por qué has empezado a escribir un blog?
Porque el pasado mes de mayo pasé por un bajón muy importante y empecé a escribir sin parar. El resultado fue la primera entrada de Nuestra última estación. Necesitaba desahogarme y poder compartir experiencias con todas vosotras. De hecho, llevaba tiempo leyendo muchos de vuestros blogs en silencio.
 
2. ¿Qué te gustaría saber de mí que no haya contado en mi blog?
Ui! Ni idea! Me gusta saber lo que tu nos quieras contar! ;-)
 
3. ¿Perro o gato?
Los dos! Me encantan los animales y ahora en casa tenemos a nuestro perrazo de 45 quilos y un gato precioso y muy especial.
 
4. Mi película favorita es...
Mmmm… Amelie, de Jean Pierre Jeunet.
 
5. ¿Libro o e-book?
Libro, sin duda. El e-book solo lo tengo para los best-sellers veraniegos que me leo en dos tardes de playa.
 
6. Un día perfecto empieza por...
Una sonrisa.
 
7.- ¿Cama individual o de matrimonio?
Aish… si no digo de matrimonio, mi chico me mata. Pero confieso que a veces hecho un poquillo de menos dormir sola! Jeje…
 
8.- ¿Mar o montaña?
Mar!
 
9.- ¿Braga o tanga?
Depende de la ocasión!
 
10.- Me chifla...
Anatomia de Grey
 
11.- Nunca me voy a dormir sin...
Mirar el ordenador o leer un rato.
 
Y ahora toca nominar, pero la verdad es que muchas de vosotras ya lo tenéis! Así que de momento lo dejo aquí, por si alguien se anima y lo quiere recoger… conoceros un poquito más siempre es un placer!

 

lunes, 8 de diciembre de 2014

Una noticia buena y otra regular

La Buena:
 
La gine que hoy estaba de guardia, muy joven y muy agradable, ha visto que por fin, a día 16 de ciclo, tengo un folículo “precioso” de 19-20 mm. Así que esta noche toca pincharse Ovitrelle. Las hormonas también están en su sitio: LH, Progesterona, Estradiol… todo en orden. Todos contentos. Parecía una mañana tranquila. O casi: la gine-joven-y-agradable ha mirado antes los resultados de las analíticas que mis ovarios. Y claro, nada más entrar en la consulta me suelta: “Ui, te veo las hormonas un poco altas. Igual has ovulado y lo dejamos para el mes que viene!” Y los ojos se me han ido a la grapadora que tenía enfrente mientras un impulso muy malo me silbaba en el oído: “tírasela a la cabeza”.
 
Por suerte, el momento ha pasado. Y el susto, también. Porque otra cosa no, pero regular lo soy un rato. Y si digo que mis ovarios ovulan el día 16, pues lo hacen. Faltaría más!
 
La Regular:
 
Puede decirse que el nubarrón ya no es negro. Solo gris. Pero sigue interfiriendo en mi salud mental. Después de la explicación de la gine-joven-y-agradable mi chico se ha quedado la mar de satisfecho: “Esta noche te pinchas Ovitrelle, ovularás en 36 horas y el sábado transferencia de un embrión de tres días”. Todo perfecto. Pero no. El cortocircuito en mis neuronas estaba a la vuelta de la esquina...
 
Como puede ser que si el folículo mide ya 20 mm no ovule hasta el miércoles? Por el efecto del Ovitrelle? Ovularé hoy, el pinchazo no servirá de nada y el sábado ya será demasiado tarde para transferir? Por qué no le he preguntado por el endometrio? Estará bien? Por qué no ha dicho nada? Yo creo que es muy joven, igual no se entera de nada… joder, joder… y Doc no está. Y el sábado tampoco estará en la transfer. Y si le llamo? Mierda. Hoy es fiesta. Mi farmacia está cerrada. Y si en la farmacia de guardia no tienen este medicamento? Por qué me ha recetado Progeffik y no Utrogestan como las otras veces? Ves como no se entera de nada????!!
 
Llegados a ese punto, mi chico tenia dos opciones: abrir la puerta del coche y abandonarme en plena calle o darme un guantazo para espabilarme. Afortunadamente no ha hecho ninguna de las dos. Me ha llevado a ver el mar.
 
Ahora estoy mejor. Más tranquila. Estudiando (otra vez) como funciona el boli para pincharme. Por si acaso. Y de reojo voy mirando el nubarrón, cada vez más blanco e inofensivo. Espero mantenerlo a raya!!
 
 

viernes, 5 de diciembre de 2014

Crónica de un día gris




Hay días de color gris. Es así. Hoy tengo un nubarrón negro encima de mi cabeza y voy con el ceño fruncido. Sin ninguna explicación. Me he sentado en la sala de espera de la Clínica de mal humor. A los diez minutos ha entrado una pareja y se han sentado justo enfrente. Ella, unos 35 años, muy guapa. Con cara de susto. Agradable. Le acompaña su marido. Unos 20 años mayor. Así a ojo, aquel señor debía rondar la cincuentena. Y seria un detalle sin importancia si no fuera por su gesto y sus maneras. Muy desagradable. Como si estar ahí fuera un engorro. A los cinco minutos ha empezado a removerse en la silla, mirando el reloj, protestando en voz cada vez más alta. Y ella se iba haciendo pequeña, pequeña... al verla tan agobiada he intentado mantener una conversación: "A que hora tenéis cita? Parece que hoy van con un poquillo de retraso... jeje". "A las 12h". "Ah! pues nosotros a las 11:45. Pero seremos rápidos". Y poco más. El señor-desagradable-cincuenton-con-corbata-y-traje se ha levantado y con malas maneras ha exigido a las enfermeras entrar "ya!". Justo en ese momento, Doc ha abierto la puerta y ante tal panorama les ha hecho pasar. La chica me ha mirado con cara de circunstancias y mi mal humor se ha multiplicado por mil. No sólo se nos han "colado" sino que se han pasado 40 minutos de reloj ahí dentro. Justo a las 13h hemos entrado nosotros. Y yo me notaba la cara ardiendo de puro enfado. Igual exagero. Pero me crea mucha frustración que la mala educación obtenga recompensa. Sea por lo que sea.
 
La consulta ha empezado tensa: Doc con cara de “lo siento mucho”, mi chico quitándole hierro al asunto y yo roja de indignación, contestando "si" o "no" a sus preguntas. Hasta que nos ha confesado que el señor en cuestión es un “problema habitual. Prefiero cien pacientes seguidos que uno sólo como él. Ya sé que tienes razón, pero hoy te pido comprensión. Es mejor que entre rápido y se vaya…” A mi no me convence mucho. Además, la ecografía me estaba doliendo un montón. Le cuesta ver los ovarios hasta que descubre que el izquierdo se ha parado y ahora es el derecho el que quiere ovular. Me cuenta que es normal, que hasta que un folículo no alcanza los 14 mm no puede decirse que sea el dominante. Calcula que el lunes, el que ahora parece el más grande, unos 12 mm, estará maduro y podré pincharme el Ovitrelle. “Entonces ovularás el miércoles y si todo va bien, la transferencia será el sábado. ¿Qué te parece?”. Y yo me encojo de hombros. Ni fu ni fa. Hoy es un día gris y todo me da una pereza enorme. Todo me parece muy absurdo.
 
Entonces él también se encoge de hombros y me da por imposible: “Hoy el mundo te molesta, no?” Pues si. Mucho. Y justo antes de salir de su despacho, insiste: “Ya me has perdonado?” “Si, claro que si. Ya estoy mejor”.
 
Mentira. Tengo un nudo en el estómago. Que día más tonto. Y entonces caigo en que el lunes es fiesta y Doc no estará. Y la cosa empeora. Así que hoy no me lo tengáis en cuenta…

 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

3 de 11

 
Leo cita con Doc. Escrito con un boli rojo en mi agenda. Y se me alegra el día.
 
Doc me gusta. Lo reconozco. Más allá de nuestra relación médica, nos llevamos bien. Sabe que soy periodista y aprovecha las visitas para comentar las últimas noticias o la actualidad política. A veces nos hemos tirado media hora hablando, debatiendo sobre la imagen que proyectan los centros de reproducción asistida en los medios de comunicación. Le riño porque no hacen suficiente pedagogía. Y él me responde que los culpables somos nosotros, las teles y los periódicos, que sólo buscamos la anécdota. La sangre no llega nunca al río. Sabemos que los dos tenemos algo de razón. Y hacemos las paces con un guiño, ese gesto tan suyo que a mi me suele tranquilizar en los peores momentos.
 
En verano, cuando pasaron dos meses entre cita y cita, le eché de menos. Y cuando me dice que nuestra historia tiene que terminar con un embarazo y un libro, se me acelera el corazón. Porque nada me gustaría más…
 
Hoy, en cambio, ha sido una cita fugaz. Él iba con prisas y a mi me acompañaba mi madre. En la ecografía ha visto algo que no la gustado. “Al endometrio aún le falta y en vez de uno, han crecido tres folículos que ya miden 11 mm”. Y suspira. “Ai, Alba, como te gusta darme problemas”. Lo dice en voz baja. Sé que no quiere preocupar a mi madre, lo noto, y yo me quedo con las ganas de hacerle mil preguntas. Pero las esquiva. “Quedamos pasado mañana. Seguro que entonces lo veo mucho más claro”. Y me guiña un ojo. Y se gira hacía mi madre: “Cuidádmela mucho, mucho…”
 
Así que aquí estoy, sin poder dormir, mirando mi agenda, como si en ella se escondiera alguna respuesta. Y entre todas las cosas que tengo que hacer: reuniones, artículos, ruedas de prensa… yo solo veo tres palabras en color rojo.
 
Escritas en la casilla del viernes.
 
Cita con Doc
 
Y sonrío.